Felicitas Guerrero, historia trágica argentina del siglo XIX, llega al cine

Felicitas Guerrero fue una mujer argentina del siglo XIX con una historia trágica.felicitas-guerrero

Se hizo una película que posiblemente se estrene a comienzos de junio.

La película la dirigió Teresa Constantini y está protagonizada por Sabrina Garciarena, Gonzalo Heredia y Luis Brandoni. Si leen la data de abajo, se imaginaran que papel hace cada uno.

Es una historia muy interesante, y mucho más será ver como fue llevada al cine.

Aclaro que la prensa de esta película la hace… si si… alguien que no vive en el siglo XXI, pero como siempre trataré de tener info de la película pesa a Flotty!

Si se fijan en la segunda de las historias, verán que en su honor, los padres hicieron una iglesia que está en el barrio de Barracas, y es donde está la figura de la foto de acá a la derecha.

Esto fue tomado de Wikipedia:

Felicitas Guerrero, hija del matrimonio de Carlos José Guerrero y de Felicitas Cueto y Montes de Oca. A los 16 años contrae matrimonio con Martín de Álzaga, sobrino nieto del célebre caballero español fusilado en los acontecimientos que siguieron a la Revolución de Mayo. Felicitas imploró a sus padres que no le cedieran su mano a causa de la gran diferencia de edad con su pretendiente (ella tenía 16 y él 51). Pero su padre se negó y consideró propicia la unión, ya que su futuro esposo poseía varias extensiones de tierras y gran riqueza. De esta alianza nació un niño llamado Félix de Álzaga (murió en 1869 debido a la fiebre amarilla). Al año siguiente fallece su esposo, quedando ella, joven, viuda y rica, a la edad de 26 años, debido a que él la había nombrado heredera única y universal de todos sus bienes. Su belleza y riqueza se constituían en razones más que suficientes para ser una mujer solicitada por diversos pretendientes de la ciudad de Buenos Aires que compartían junto a ella veladas en los salones literarios.

Una noche tormentosa es auxiliada por uno de sus vecinos, el joven Samuel Saenz Valiente, dueño de tierras linderas a las propiedades de Felicitas. Éste la halaga y atiende con tal caballerosidad que provoca que la joven viuda se enamore de él.
El 29 de enero de 1872, Felicitas Guerrero realiza una conmemoración por la inauguración de un puente. Al despedirse, se encuentra con uno de sus pretendientes que la acechaban. Este hombre era Enrique Ocampo, que celoso de la relación a escondidas que la viuda de Álzaga mantenía junto a Saenz Valiente, saca un arma de su bolsillo y Felicitas, al notarlo, trata de escapar, pero éste le dispara por la espalda, hiriéndola a la altura del homóplato derecho. Luego del terrible accidente él decide suicidarse.

Cristian Demaría encuentra los cuerpos y nota que su prima aún vive. Felicitas agoniza por varias horas y fallece finalmente la mañana del día 30. Sus restos se encuentran en el Cementerio de la Recoleta, en la ciudad de Buenos Aires.

En otra web, hay diferencia en edades y algunos datos diferentes, por lo que ya me imagino a los fans de Dragonball y Felicitas Guerrero cuestionando a la directora para ver que rumbo tomó la película!!!

Esto es de una web de Valeria del Mar:

Felicia Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto, conocida por todos como Felicitas, fue llamada por el poeta Guido y Spano “la mujer más hermosa de la República”. Había nacido en 1846, hija de un inmigrante vasco, Carlos José Guerrero y de Felicitas Cueto y Montes de Oca, dama de la sociedad porteña.

En 1862, cuando tenía sólo 15 años y empezaba a brillar en lo salones de la sociedad de su tiempo, fue obligada por su padre, que quería asegurarle el futuro, a casarse con un amigo de él, Martín Gregorio de Álzaga, quien tenía entonces 60 años y era inmensamente rico. A su casamiento, que fue un acontecimiento social importante en su época, asistió lo mejor de Buenos Aires, entre ellos alguien que estaba enamorado de ella en secreto, Enrique Ocampo, hijo de una tradicional familia porteña.

La pareja, que no era muy feliz, tuvo un hijo al que llamó Félix Francisco Solano quién murió en 1869, cuando tenía sólo 6 años. Felicitas estaba por entonces nuevamente embarazada pero su segundo hijo murió a los pocos días de nacer. Martín, que ya tenía problemas de salud, quedó muy afectado por la muerte de sus hijos, y falleció unos meses después, en 1870.

Felicitas, que tenía en ese momento 24 años, heredera de 71.000 hectáreas, con una fortuna de más de setenta millones de pesos, inmensa en aquella época, se convirtió así en la mujer más rica de la República. Y también, joven, rica y hermosa, en la mujer más requerida de Buenos Aires. Entre sus numerosos pretendientes se encontraba Enrique Ocampo, que encontraba ahora una nueva oportunidad para unirse a su amada. Ella, amable y gentil, con la excusa de guardar luto, trataba bien a todos, sin dar esperanzas a ninguno.

Felicitas no era, a pesar de lo que pueda parecer, sólo una joven consentida. A los 24 años había pasado por momentos amargos. Un matrimonio a disgusto, la pérdida de dos hijos y enterarse de que su marido había tenido una pareja en Brasil que le había dado cuatro hijos. Pero era una mujer de gran carácter y a la muerte de su esposo tomó parte activa en la administración de sus propiedades, recorriendo las diferentes estancias, haciendo mejoras e introduciendo innovaciones.

En uno de sus viajes a su estancia “La postrera”, en una tormenta, perdieron el rumbo. Felicitas lo advirtió e hizo detener el carruaje cerca de unos árboles. Entonces se acercó un jinete, quien, cuando ella le preguntó donde estaban, contestó “en mi estancia, que es la suya”. Los viajeros se refugiaron en la estancia de Samuel Sáenz Valiente, vecina de las de ella en lo que ahora es General Madariaga. Así conoció al hombre del que se enamoró, un hombre de campo, si bien educado y refinado, muy distinto a sus pretendientes porteños. Poco tiempo después, Felicitas aceptó la propuesta de casamiento de Samuel.

El 29 de Enero de 1872 Felicitas fue de compras al centro de Buenos Aires para conseguir algunas cosas que usaría para el festejo de la inauguración del primer puente sobre el río Salado, ceremonia a la que concurriría el que en ese momento, durante la presidencia de Sarmiento, era el gobernador de la provincia, Emilio Castro. En su ausencia llegó a su palacio en la actual calle Montes de Oca, en Barracas, Enrique Ocampo, preguntando por ella. Mientras le explicaban que no estaba y que podía volver más tarde, llegaron dos carruajes. En uno iba Samuel Saénz Valiente, y en el otro, Felicitas. Ocampo pidió verla a solas. Felicitas, sospechando que venía a quejarse por su compromiso con Samuel, no hubiera aceptado, pero tenía temor de la escena que se podía producir si Ocampo se encontraba con Sáenz Valiente y consintió. Efectivamente, Ocampo le reprochó su futuro casamiento con Samuel y ella lo rechazó fríamente. La gente reunida en la casa escuchó una fuerte discusión, seguida de balazos.

De lo que sucedió a continuación, hay dos versiones. La oficial, la que consta en los expedientes, dice que el primero que llegó a la habitación, Cristián Demaría, primo y también pretendiente de ella, encontró los dos cuerpos en el suelo. Ocampo había disparado contra la mujer y luego contra sí mismo. Al abrazar a Felicitas, Cristián se dio cuenta de que aún vivía.

La otra versión dice que Cristián y su padre Bernabé Demaría encontraron a Felicitas tratando de huir tambaleándose y a Ocampo con el revólver y un estoque en la mano. Ocampo apuntó su arma a Bernabé y disparó, errándole, y su hijo se abalanzó sobre él. En el forcejeo, Ocampo perdió el arma y Cristián le disparó a quemarropa en el pecho, y luego le metió el revólver en la boca y le disparó en el paladar, rematándolo. (Aparentemente habría habido un primer informe médico, que mencionaba que el cadáver de Ocampo tenía esas dos heridas que, en forma conveniente para ambas familias, se extravió).

Felicitas, malherida, estaba aún viva. Los médicos fueron llamados inmediatamente, pero nada pudieron hacer. La bala había entrado por el omóplato derecho y había interesado un pulmón y la columna vertebral. Falleció al día siguiente, entre grandes dolores.

Sus padres, en su memoria, hicieron construir la Iglesia de Santa Felicitas que aún se puede visitar en Barracas.

Aquí termina la historia y comienza la leyenda. Se dice que si Ud. deja un pañuelo en la reja de Santa Felicitas al atardecer, a la mañana aparecerá húmedo de lagrimas y que los días 30 de Enero se puede entrever una llorosa figura de mujer vestida de blanco vagando por la iglesia.

Felicitas Guerrero, la mujer de los superlativos, se ha convertido finalmente, si no en el fantasma más famoso de la República, seguramente en uno de los más famosos de Buenos Aires.

Veremos entonces como quedó la película y por donde va la historia.

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